Realza, hacia mi vivencia
tu magnífica figura
belleza de espíritu consagras
con templanza de áureas
y es huerta traslúcida
en el anhelante andar
Madrecita mía
morada eres de los dioses
purificas, la fuerza en el alma
semblanza plasmada
en el gorjal de Paraísos.
Quien pudiera brindarte
ensalzando de hinojos
loar tu gran alma
donde brota
gota a gota
el néctar balsámico
de dulzura codiciada.
Madrecita mía:
Como quisiera formar
hermosos capullos
con las lindas flores y rosas
un frondoso ramillete
de hojas dentadas y doradas
amasar, su escorcha
enigmática
bordeando de dogmas laureados.
Acariciarte
la blanca cabellera
y lo tez, con arrugas
que el tiempo ha dejado
como huellos nobles
de inmutable hipnosis.
Como quisiera traslucir
en el horizonte
la monotonía del Iris
que mi mente clasifique
las franjas multicolores
de belleza no captadas.
Es el tronce de mi ser
y todo,a mi parecer
trasunta la vida
bordeando, mi elocuencia
diría
Madre querida
Tú eres mi vida.
Hoy días sublimes
en el recuerdo de lo perdido
y emerge todavía
en pasos cortos a llegar
a la tumba sagrada
donde duermen
el sueño de las delicias
cada resto bendito
y es, mi Madrecita.
Lo sangría de la arcilla
vetuste
deformada por el peso
de las flores marchitas.
Envuelve inesperado
los frescas flores
rociadas con lágrimas
del buen peregrino
y es, el hijo ausente
que regresa a “orar”
en el atardecer claro.
Madrecita mía.
Sueñas, duermes
te fuiste
no me dejes
pronto, moraremos
juntas, en el raro cielo
de todos mundos
y en la eterna casa
que jamás se destruye
en el piélago
del destino.