AL DÍA DEL POLICÍA

10 agosto, 2011
Analizando los hechos humanos
cuantos vivientes
con el alma jadeante
o troquel de voces
rayan el sendero
rectilíneo
conjuncionando en un
mandato
instaurado en el orden.

La sonrisa, seca, tajante
zanja la mirada oblicua
con denuedo y arrogancia
en el impostor.

El soldado de ayer
que valora su grado
conquistado en lauros
jamás retrocede atrás.

La rayana conducta
en cada polo habitado
Que a veces arraigan
“sabias”
como raíces leñosas
y en Zig-zag
paso a paso, endereza.

El guardián del orden
y cuántas veces custodia aún
ese arbolito torcido
de ramas frondosas.

Cuajado de floripondios, embotados
Que expanden el polen
con el mal endémico

Las grandes montañas
torres enormes
cabañas tristes
de construcción, no sobrios
toman alrededor
regido con Justo orden, ¿oh! mandato.

El guardián atrincherado
templando energías
previsto en su lugar
aun cuando soplen
vientos de cordillera opuestos
“como hazañas’”
jamás sucumbe.

La negra niebla
lluvias torrentes
aguas turbulentas
invitan vadear
al buen soldado.

Y al desconocido sargento.
Cuántas veces quisiéramos loar
del que ejercita, ardua tarea
con riesgos de fatiga
por el deber cumplido
rozando al ritmo avasallador.

Cuántas veces aquellos
ataviados en ropaje
de Cristal
difundiendo gritos
telúricos
elevando miradas
estremecidas
bajo bolas
maldecidas
socorro piden al “guardián.”

Ancha gama
en el camino
ofrenda toda su vida
guiado por el talismán
arriesgado a negros nubarrones
Oh límpida luz encendida
de clarividentes
al exclamar
barreras del orden impuesto.

Y el rudo ermitaño
aquejado por el destino
camina sin cesar
por ríos y arroyos
en facetas cortadas.

Colinas de cumbres blanquecinas
en ellas enerva su mente
fascinado en su hallazgo
de alguna choza cercana.

Es la aldea colorida
jamás hollada
que sacude, como sudario
tejiendo el sendero
al viejo vagabundo.

También el ocaso se aproximaba
con mucha ansia de cansado
junto al guardián Armado
en postura inmóvil
declinando sus destellos.

Se escucha sollozos de lágrimas
de pupilas encendidas
la frente serena
del viejo Ermitaño
derrama, gotas de sudor.

Con los últimos destinos
como pavesa de velas
gastadas.
exclamando, en el amanecer
bienvenido. Oh guardián
del Orden.

Son pasajes del diario vivir
Cuántas veces la intervención
oportuna, en justa razón
descorre todo cortinaje de caos
centralizando la línea
del cuadrante, a desbordarse.

En el gran día del Policía
con fervientes felicitaciones
deseando, culminen
en su sendero
inculcando
Paz, Orden, Justicia.

La Paz, 1976

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