lo faz circundada
de canosa barba
pocos pelos blanquecinos
en la cabeza desolada.
Ojos opacos sin visual
toda belleza desalojó
el rodar del tiempo
en mudanza rítmica.
Cómo quisiera retroceder
detener el rumbo acelerado
por cada minuto dejado
en el tic -tac vislumbrante
de un minutero
señal al infinito imperturbable.
Sin embargo
en el insondable piélago
de cada destino
entre ensueños, y tormentas
tornaron fulgurantes ráfagas
divagando entre pensamientos idos
roturando a corta morada vencida
meta enigmática
que Dios creó.
Tan presto
suena un atardecer de rayos
cómo palidecen los celajes
sin iris, incolora
el sol abrupto, apagando
su semblanza de hinojos.
Voces lejanas, enervan
en ronco sonido y apagado
la nítida garganta acallada
hasta el Ruiseñor susurra abajo
aleteos de pajarillos diminutos.
Cortan el vuelo señorial
y entre bajos telones
la campana añeja, también
sin voz rimbombante.
Todo menudea
como bruma de andanzas
en el valle de lágrimas
como el vendaval que envuelve
a cada destino. de dicha
y desdicha.
La Paz, Mayo de 1977.